Me encanta hacer planes para un futuro hermoso. Me imagino cómo sería tener las cosas que deseo, crear un mundo donde todo es posible y la felicidad es constante. Estos sueños me ayudan a escapar, aunque sea por un momento, de las dificultades y problemas que enfrentamos en la vida diaria.
La realidad puede ser abrumadora. Hay tantas cosas que necesito arreglar, problemas que resolver y situaciones que afrontar. Sin embargo, encuentro consuelo en permitirme soñar. No es que ignore mis responsabilidades; hago lo que debo hacer y enfrento mis desafíos. Pero, a veces, soñar con un futuro mejor es lo único que me da la fuerza para seguir adelante.
Me visualizo alcanzando metas que parecen distantes y logrando la paz y estabilidad que tanto anhelo. Estos momentos de fantasía me permiten desconectar de lo negativo y centrarme en algo positivo, aunque sea solo en mi mente.
No es que viva en un mundo de fantasía; soy consciente de la realidad. Pero soñar es mi manera de recordar que hay cosas buenas por venir, que puedo aspirar a algo mejor y que la esperanza no está perdida. Me doy permiso para soñar porque, en esos sueños, encuentro la motivación para seguir luchando.
Así que seguiré soñando, creando planes y visualizando futuros hermosos. Porque en esos sueños, encuentro la fuerza para enfrentar el presente y la esperanza para construir un futuro mejor.